Un prejuicio es el proceso de formación de un concepto o juicio sobre alguna cosa de
forma anticipada. Consiste en criticar de forma positiva o negativa una situación o
una persona sin tener suficientes elementos previos.
El prejuicio surge por conveniencia, para discriminar, descartar o
dominar a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener
remordimientos y sin reflexionar si eso es bueno o malo, o si es una
opinión objetiva o subjetiva. Comúnmente es una actitud hostil o, menos
frecuentemente, favorable hacia una persona que pertenece a determinado
grupo (social, étnico, sexual, político, socioeconómico, ocupacional,
religioso, deportivo, etario,
de salud o de enfermedad o de cualquier índole, incluso territorial o
geográfica) simplemente por el hecho de pertenecer (voluntaria o
involuntariamente, consciente o inconscientemente) a ese grupo, en la
presunción de que posee las cualidades negativas o positivas atribuidas
por muchas personas al mismo. La opinión se produce primero respecto del
grupo prejuiciado y después incorpora al individuo.
El prejuicio es una evaluación preconcebida de las personas, una idea preconcebida que se tiene sobre los otros.
El prejuicio consiste en tener una opinión o idea acerca de un
miembro de un grupo sin realmente conocer al individuo. La antipatía
suele basarse en información pasada y en la experiencia con un individuo
en particular.
La extensión de las propias experiencias negativas al caso general se
puede considerar como sesgo. Por ejemplo, una persona que ha tenido una
serie de relaciones negativas con miembros del sexo opuesto
puede desarrollar un prejuicio contra ese sexo, y asumir así que los
factores que dañan las relaciones siempre están presentes en ese sexo, y
adoptar el conjunto de prejuicios que se conoce como sexismo.
O, si una persona ha crecido con el concepto de que los miembros del
grupo «X» tienen ciertas características, debido a un encuentro pasado
amargo con un X, puede asumir que todos los miembros del grupo son X y
tratar a todos los miembros de ese grupo en función de esa experiencia:
racismo, prejuicios relacionados con la lengua (tratar ciertas variantes
dialectales de un idioma como si no fueran idiomas, por ejemplo),
intolerancia religiosa, homofobia o el rechazo de alguien porque su
estirpe política es diferente de la propia.
En otros casos, está relacionado con el tribalismo. A los jóvenes de un
grupo, en una educación temprana, se enseña que ciertas actitudes y
valores
son los «correctos». Se forman opiniones sin sopesar la evidencia en
ambos lados del asunto considerado. Muchos comportamientos prejuiciosos
se forman en la infancia al emular la forma de pensar y hablar de los
mayores, sin intención maliciosa por parte del niño. El adulto
prejuicioso puede incluso sorprenderse al oír una lista de improperios y
de sus propias opiniones a medio cocinar sobre ciertos grupos de boca
de sus hijos e hijas.
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