miércoles, 19 de febrero de 2014

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La Evolución de las FALLAS de Valencia

Poco a poco, las Fallas, fueron generando expectación año tras año, ya que la población acudía masivamente a visitarlas. Los ninots o figuras se vestían con telas o ropas viejas ( que total, iban a ser quemadas y no estaba el horno para bollos). Como no, la sátira empezó a adquirir importancia con los años y al igual que en los miracles de Sant Vicent, los monumentos se acompañaban siempre de una serie de hojas escritas con versos que desarrollaban el tema sobre el que trataba la falla de forma irónica (hoy el Llibret).

Los artistas falleros formaron su gremio que llegaron a exportar su arte a Hollywood, donde directores artísticos utilizaron estas técnicas para construir los decorados de películas como La caída del Imperio Romano, Lawrence de Arabia, El Cid o 55 días en Pekín.

A mediados del siglo XIX nace oficialmente el Llibret, con lo que se puede desarrollar mucho más el argumento ganando en complejidad y humor.Hay que decir que hubo un intento de terminar con las Fallas por parte de las autoridades, ya que no les hacía ninguna gracia que se mofaran de ellos (como cambian las cosas) y se tomaron todo tipo de medidas para conseguirlo: en 1883 el Ayuntamiento cobró un impuesto de 30 pesetas por falla con lo que se plantaron únicamente 4 y llegó a subir hasta 60 pesetas en 1885, con lo que sólo pudo levantarse la de la calle Cervantes.

Gente como Féliz Pizcueta logró reducir el impuesto a 10 pesetas con lo que en 1887 se plantaron ya 29 fallas y fue creciendo el número hasta las casi 400 de hoy día. 

 El origen de las fallas

No sé si será causa de la máxima valenciana “pensat i fet” pero el caso es que no hay constancia histórica de cual es el verdadero origen histórico de las fiestas de nuestra ciudad más internacionales.

De todas las historias que se cuentan, nadie sabe a ciencia cierta cual es la que se aproxima más a la realidad, pero de entre todas ellas, quizá sea la del gremio de los carpinteros la más popular.

Dice la leyenda, que para celebrar el día del patrón del gremio (San José), se sacara el parot (especie de candelabro) a las puertas del taller y se quemara junto a unas virutas.

Con el tiempo, los vecinos fueron añadiendo más objetos (muebles viejos y trastos varios) a la hoguera e incluso vistiendo con ropajes al parot para que se pareciera a alguien sobre quien hacer crítica, hasta formar una pequeña escena. Siguiendo esta hipótesis, hablaríamos del primer ninot. Esto no hacía ninguna gracia al clero y a la burguesía, ya que la sátira siempre iba dirigida hacia ellos, y claro… La primera documentación oficial que se tiene por seguro, son unos documentos del siglo XVIII (1784) que prohíbe la colocación de los monumentos en las calles estrechas y junto a las fachadas y se sugería su distribución en plazas, calles anchas y cruces de calles.


Esta medida tuvo mucho que ver en la transformación gradual que sufrieron los monumentos al tener una nueva localización, e hizo entre muchas cosas que se levantaran más en vertical que en horizontal.

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